Susana Fiorito: pequeña gran mujer (La Voz del Interior, marzo de 2016)


Susana Fiorito es una de las fundadoras, junto con el reconocido escritor Andrés Rivera, de la Biblioteca Popular Bella Vista. Mujer de fuerte compromiso social, lleva más de un cuarto de siglo de dedicación exclusiva a un proyecto que es de gran ayuda para el barrio. La biblioteca tiene más de 20 mil títulos y dos mil socios. A ella no la para nadie.

“Tengo un carácter de mierda, claro. Mis enemigos lo saben bien. Además soy petisa, los petisos somos mal encarados”, dice Fiorito. // Foto Paulo Bizzarri.

Por José Playo

Bella Vista es un barrio con problemáticas sociales complejas, pero a eso hay que sumarle una cuota de mala fama, una tajada de estigma funesto y un poco de mala prensa. Quien haya caminado sus calles al amanecer, cuando el sol afila los rayos sobre los techos de las casas, cuando todavía el tráfico sobre Julio A. Roca no se ha vuelto un trueno, podrá atestiguar que está lleno de postales intensas que escapan de ese velo opaco con tendencia al suceso policial. Hay una pequeña gran mujer en el último piso de una torre de papel que señala los márgenes de ese barrio y dice: “¿Ves por qué le dicen Bella Vista?”. La mujer se llama Susana Fiorito y lo que marca es que si uno consigue abstraerse del lugar común que impone el miedo, no tardan mucho en aparecer los vecinos amables sentados en las puertas de sus casas con ganas de saludar, ni los chicos correteando detrás de una pelota.

Susana Fiorito habla con conocimiento de causa. Vive en el corazón de este barrio desde hace ya un cuarto de siglo. Y habla desde la ventana más alta de un edificio emblemático, el último (y único) bastión de una resistencia hermosa que es motivo de orgullo para mucha gente. Para seguir sus pasos hay que tener energía. Con 88 años, sube y baja las escaleras con la agilidad de una gacela. Los peldaños son pequeños y ella bromea con que el arquitecto diseñó la estructura pensando en sus pies, ya que calza 33. Mientras muestra cada sala, va explicando para qué se usa. Hay una para edición de video, otra para actividades musicales. Pero las más grandes son, claramente, para los libros. En total la biblioteca alberga veintipico de miles de títulos y cuenta con 2147 socios. Va contando esta historia a medida que muestra con orgullo el proyecto que hizo crecer con dignidad lo que a la par querían hacer crecer con malicia las estadísticas.

Pero esa rapidez y energía para moverse de un lado a otro, características de “la Fiorito”, hicieron que la Biblioteca Popular de Bella Vista, que para señas más particulares también es la Fundación Pedro Milesi, no se quedara en un espacio que sólo fueran libros. Así es como a lo largo de los años, y a pulmonazos limpios, con gestión y esfuerzo, el imperio del amor se fue ampliando: “Esto era un depósito de forrajes al que le levantamos el techo hace 25 años –explica Susana–, pero ahora tenemos cinco locales; además de la biblioteca están la casita de oficios, el playón deportivo, la casa de formación tecnológica (para cursos y talleres de computación) y la huerta, que está cerrada en este momento porque los vecinos han dejado de cultivar verduras. La huerta tiene dos lotes de 10 por 25, pero no me preguntés porqué la gente ya no quiere sembrar y cosechar y prefiere comprar la verdura, así que tengo ganas de hacer una pileta para armar una escuela de verano. Antes venían hasta las escuelas para plantar, pero hasta eso dejó de funcionar, ahora hasta las escuelas perdieron el interés, así que sólo se usa para que ensaye la murga y los chicos de cultura corporal, pero yo quiero hacer un lugar de verano, y tener un buen playón bajo los árboles”, dice con la mirada puesta en el futuro.

Un lugar en el mundo

La historia de Susana tiene ligazón con Córdoba desde hace mucho tiempo, pero para entenderla hay que rastrear los orígenes de su propio compromiso militante, que no viene por herencia familiar. “Mi casa estaba repleta de libros y le leía a mi hermana cuando teníamos 4 y 6 años –cuenta–. Ella, para que te ubiques, fue la compañera militante de monseñor de Nevares cuando la dictadura, es decir que el trabajo por los desaparecidos en Neuquén es laburo de mi hermana con de Nevares. Ella todavía sigue haciendo los juicios, se llama Noemí Labrune y ha buscado también trabajo social, aunque diferente al mío. De dónde sale esto, no sé. Mis viejos no eran religiosos, no tenían este perfil. Yo fui muy inquieta políticamente, hice todo el trabajo para la campaña de Frondizi, pero el día en que Frondizi entregó el petróleo a la Esso, renunciamos todos”.

La manera en que Susana repasa su historia es veloz, saltando de fecha en fecha, muy a tono con la forma en que camina y recorre su biblioteca. Mientras conversa, dice que no sabe cómo posar para las fotos, que no sabe qué cara poner, si reírse o estar seria. Dice que en su casa paterna había una cámara Leica y que su padre la empachó sacándole fotos hasta que cumplió los 15. “Soy porteña –continúa–, estuve en el movimiento de Sitrac y Sitram, gremios clasistas de Fiat. Después, cuando vino la dictadura, tuve que rajar de vuelta a Buenos Aires y cuando pude volver, compramos este depósito de forrajes con gente que había trabajado en la comisión directiva clasista y trajimos 400 libros, hicimos una pila de ladrillos de obra y nos sentamos ahí. Éramos Andrés Rivera, un muchacho que se llamaba Ponce, otro Vélez, uno que había sido secretario general de Sitrac, y yo. Y esperábamos que entrara la gente. Y la gente pasaba y salía rajando. Hasta que un día pasa una mujer y lo ubica a Ponce, que había nacido acá. Y nos hizo la publicidad. Los primeros chicos entraban por la ventana y por eso pusimos las rejas”, resume.

Susana todavía vive con el reconocido escritor Andrés Rivera, que está medio complicado de salud. Por suerte vive a una cuadra y media de la biblioteca, así que va y viene a cada rato.

Mina jodida

Cuando se empiezan a hacer las averiguaciones para entrevistar a Susana Fiorito, la mitad de las personas consultadas suele decir “es una mina jodida”. Eso dispara una pregunta obligada:

–¿Por qué hay gente que dice que sos una mina jodida?

–Porque tengo un carácter de mierda, claro. Mis enemigos lo saben bien. Y es cierto. Además soy petisa, los petisos somos mal encarados, cuando tengo alguien acá –dice señalándose un punto entre las cejas…

–¿Y con quién te llevás mal?

–Me llevo mal con toda la Universidad de Córdoba, por empezar; con la Asociación de Bibliotecas Populares, con la Conabip, a quienes les hice pleito y les gané hasta la Corte, porque la fundación es fundación y no asociación civil.

El pleito al que hace referencia es el que tuvo que llevar adelante para evitar un fenómeno frecuente en los barrios, cuando en las asociaciones civiles los punteros políticos ponen miembros, luego por número ganan el espacio como asociación, consiguen cerrar el espacio y lo usan como comité. Ante esa perspectiva, y con un largo camino recorrido bajo sus pequeños zapatos, Susana comenzó una larga batalla legal para que la biblioteca fuera aceptada como fundación. Le tomó 12 años conseguirlo.

“Desde ya que tenemos una posición política que es contra todos los partidos burgueses, contra todos los punteros, contra todos los caudillos. Acá ponemos carteles grandes que dicen ‘No vote’. Nosotros no votamos porque todos son iguales, no somos neutrales, tenemos la posición de que la elección burguesa no sirve, yo no voto desde 1958”, dice con sinceridad.

A Susana Fiorito la desvelan temas como la educación de los chicos, el rol de las maestras en las escuelas, la democracia popular como una trampa, la formación del ciudadano, enseñar a pensar.

En Bella Vista hay una mujer que cree en la lectura como placer para quienes tienen pocos placeres fuera de la merca, algún que otro asado o un partido de fútbol donde se descargan las agresiones dándole patadas a otro. Lo dice sin pelos en lengua. Con la misma convicción con la que dice que quiere que los embarazos puedan terminar en abortos y con la misma convicción con la que sabe que hay que saber tener buenos enemigos. ¿Algún día dejará este proyecto?

“Cuando me muera, claro. Hasta entonces, ni pienso. Este es mi mundo, lo que me hace disfrutar”.

Perfil: Susana Fiorito nació en Buenos Aires y tiene 88 años. Está en pareja con el escritor Andrés Rivera, con quien también fundó la Biblioteca Popular de Bella Vista, proyecto que actualmente cuenta con cinco dependencias dentro del barrio, entre la biblioteca, el playón deportivo, la casa de formación tecnológica y la huerta. La biblioteca recibe donaciones de libros de manera permanente, para lo cual los interesados pueden comunicarse al (0351) 468-4979.